27.10.08

Los lunes al sol



La agencia donde trabajaba desde hace un año cerró y hoy es mi primer día como desempleada. Si se tratara de un efecto secundario de la crisis financiera global al menos tendría una explicación que dar pero no es así y tampoco es el momento de hacer comentarios. Lo cierto es que me tocó salir cuesta abajo con una bolsa de "objetos personales" como a mis 40 compañeros, la mayoría sin un plan B.
Ahora, la primera imagen sobre el desempleo que me viene a la cabeza es la película que protagoniza Bardem, Los lunes al sol. Sin embargo, como dicen que la realidad tiene mucho que ver con la imaginación personal, antes de levantarme de la cama he intentado encontrar imágenes más afortunadas y pasar del drama.
Full Monty, por ejemplo. O Saving Grace. En esta última película, Brenda Blethyn se enfrenta a una viudez anticipada y a las innumerables deudas que deja su marido con una arriesgada decisión que cambia su vida por completo. La jardinera especializada en orquídeas da un giro de 180º y se transforma en una productiva cultivadora de marihuana. En español esta película se dio a conocer como El jardín de la felicidad y la imagen de arriba es el cartel de su presentación en Francia.
Esta mañana haré la cola en la oficina del paro e intentaré representar un buen papel. Pensaré que durante los últimos seis años y medio he estado trabajando en España, sin contar al menos otros diez en Caracas. Pensaré en que, al ser mi primera experiencia en el desempleo, tengo una obligación (además de la principal que es pagar el alquiler): pensar por unos días en mi vida a partir de ahora, antes de caer en las fauces de un nuevo empleo. Aquel proyecto que he tenido siempre guardado en el cajón, el sueño de vivir en otro idioma, el curso que nunca hice, la segunda carrera que no terminé... ¿Quién sabe?

1.10.08

Una chica baila en Caracas y aquí tiembla la tierra

El año sabático que decidí tomarme al venir a España se ha ido alargando y ya son más de seis años. Me ha pasado como pasa en Venezuela cuando tenemos un problema y se plantea una solución provisional. Me he acostumbrado a vivir en España.
Antes de venir dejé todas mis cosas amontonadas en un sótano. Un cargamento de casi cien cajas, maletas y bolsas. El scanner, el secador de pelo, mis sandalias favoritas, el diccionario de filosofía de Ferrater Mora y todos mis libros, cuadernos y libretitas, el edredón amarillo de Jaipur, mi almohada, el estuche de llevar la comida al trabajo, la licuadora, mi mesita de noche, la lámpara naranja de los 60, el baúl negro con la cerradura de bronce que trajo mi tía Ernestina cuando regresó de San Francisco a Caracas, el radio antiguo que me regaló Carlos Ortiz en El Silencio y paro de contar.
Como a quien se le pasa la hora de comer y deja de sentir hambre, yo he dejado con el tiempo de echar de menos mis cosas. Sin embargo, después de acostumbrarme a la segunda persona del plural, al horario, al cocido y al invierno, ha surgido algo inesperado.
Ángela, una amiga venezolana de la agencia donde trabajo, me ha pasado el link de un vídeo que ha hecho despertar en un momento toda mi nostalgia. Nostalgia como quien dice morriña o magua o saudade, o, como decimos en mi tierra, guayabo.
En Algo, de Los Paranoias, hay una chica que baila por Caracas. Una chica como fuimos nosotras en una ciudad que nos dio todo. Dos cosas que siempre echaremos de menos.
El vídeo: http://www.vimeo.com/1139006
Así de grande es la nostalgia que ya no veo el momento de ir a Caracas. No digo regresar. De momento sólo quiero ir.