5.8.10

London calling

Después de la primera entrevista vino la segunda. Un centro de reclutamiento de una cadena de cafeterías. Todo consistía en decir que sí. Que sí tenía resistencia para el trabajo físico. Que sí me gustaba la idea de empezar a trabajar a las 6 de la mañana. Que sí podía sonreir en cualquier circunstancia. No tuve dudas, hasta llegar a la mitad de la entrevista. ¿Digo que no de una vez o espero hasta el final? Casi me convierto en Team Member pero me eché para atrás. No pude convencerme a mí misma como convencí a mi entrevistador.

La entrevista 3 fue en una tienda. Iba mejorando la cosa. Una cadena de ropa inglesa para mujeres en busca de una Sales Assistant. Tenía 20 minutos para seleccionar tres opciones, que representaran las tres tendencias del verano. Cliente potencial de 35 años, talla 12. Cóctel al aire libre. La idea era que al final justificara mi selección y respondiera otras preguntas. Afortunadamente, en la charity shop de Oxfam, donde he estado trabajando como voluntaria, revisamos la revista Vogue de mayo para preparar un evento. De lo contrario no habría podido hablar del nautical look, de los ice-cream colors y los maxi dresses, y pasar por entendida en la materia.

En la entrevista 4, por primera vez en esta fase, tuve la sensación de normalidad. Todo fluyó como en una entrevista de las que yo recordaba. La empresa importa, distribuye zapatos, maneja un departamento de ventas online y seis tiendas en Londres . Me gustó que se tratara de una empresa pequeña, aunque buscaran a un Sales Assistant para una de las tiendas. Cuando me avisaron que había sido seleccionada, decidí aceptar la oferta y rechazar la anterior. Al fin y al cabo, si la cosa es empezar de cero, el mejor comienzo posible era este.
Después de las primeras cuatro semanas trabajando en la zapatería, la evaluación es positiva y, dentro de lo que cabe, creo que lo estoy pasando bien.  A pesar de que me duelen las piernas con desesperación, como le dolerían a cualquiera que no esté acostumbrado a trabajar de pie todo el día, a bajar y a subir escaleras y a pasar mucho tiempo en cuclillas. tengo dos compañeras majas y conversadoras, una escocesa y una irlandesa, y un jefe trabajador y silencioso. Con los clientes puedo hablar más de lo que pensaba, así que no me queda más remedio que soltarme a hablar. Además, es entretenido atender a gente tan diferente. Todos buscan zapatos cómodos: ciclistas, cocineros, escultores, viajeros de aventura, turistas cansados de sus zapatos incómodos, chicas cansadas de sus tacones de oficina, embazadas con las piernas hinchadas y madres en grupo con más de tres niños a la vez.
Evidentemente, no es el mejor momento para preguntarme ¿qué hago yo aquí? Un acróbata no puede hacerse preguntas absurdas sobre la cuerda floja. Necesito estar concentrada y ser flexible.Ya llegará el momento de volver a trabajar en una editorial o en una agencia. Poco a poco.

1 comentario:

David Ocanto dijo...

Fino Emi! Como buena seguidora de Rorty, je je je full pragmática! Eres mi heroe je jeje