9.3.11

Teddy Boys Shoes

King's Road, Chelsea, Londres. La misma zapatería. Seis meses después.

Aunque a veces implore de rodillas al cielo para que mi inglés vaya más rápido, el proceso sigue su camino lentamente pero sigue en pie. Ni más ni menos. Esta es la última anécdota.

Customer: Do you've Teddy Boys shoes?
Me: ... Sorry?

Para este tipo de apuros están los amigos.

Karol, que es irlandesa y diseñadora de moda, llega justo a tiempo. Con una sonrisa discreta, que a la vez es una negativa, se deshace del cliente, que no acepta sucedáneos. Un par de segundos después, me dice: This is a Brit thing, don't worry too much.

Mientras tanto, para mis adentros: Ahora resulta que hay unos "Teddy Boys shoes", por qué no sabré con qué se come eso, por qué me vienen a preguntar a mi esas cosas, qué hice yo para merecer esto, etc.

No es divertido, claro. A quién le puede gustar quedarse sin palabras delante de alguien que está esperando una respuesta, pero a todo se acostumbra uno. El problema con la comunicación es que puede llegar a ser muy compleja. La entonación, el tono, la velocidad, el acento. Una palabra nueva sin contexto. La situación, el momento. O un tópico de la cultura.

La investigación en casa sí es divertida, por lo menos. Inglaterra, años 50, postguerra, subcultura. Los jóvenes cool de la época, fans del rock and roll norteamericano, que visten un estilo inspirado en los dandies de principio de siglo, del período Eduardiano, y se peinan con copetes. Ted es forma corta de Edward y de ahí salió Teddy. Hay muchas referencias en internet sobre las repercusiones del movimiento y aquí  una imagen.

Foto de Covert Candy