8.2.09

El Alarcia. Missing Madrid II


Mientras mis amigos tomaban Polar en Caracas, yo tomaba cocacola o cuba libre, de acuerdo con la disposición anímica y presupuestaria. No me gustaba la cerveza para nada. Sin embargo, en Madrid las cosas cambiaron y descubrí el encanto que tiene tomarse una caña. Una cerveza muy fria en un vaso pequeñito. Ideal, no se calienta y la terminas rápido. Después de dar ese paso me di cuenta de que el tema del bar es fundamental. Para tomarse una cañita en condiciones hay que ir a un bar en condiciones.
Dicen que Madrid es una de las ciudades con más bares en el mundo, pero no todos los bares son iguales. Hay unos bares donde te sientes más cómodo que en otros, donde te tratan bien, donde las tapas son mejores, donde son majos los camareros. Vamos, que encontrar tu bar preferido es dar un paso adelante en el camino de encontrarse a uno mismo.
Además, el bar juega un papel muy importante en la vida cotidiana. Al menos así es en Madrid. Aunque no vayas todos los días y no te tomes más de un par de cañas cada vez, el bar tiene que estar situado en una posición estratégica. Mucho mejor si está entre el trabajo y la casa.
En mi paso largo por Lavapiés descubrí el Revuelta, del que tengo muy buenos recuerdos. En Goya, el Alarcia. Eusebio Alarcia es un "maestro tirador". Eso dicen los diplomas colgados de la pared y los clientes fieles que se reunen cada tarde en el bar. A nosotros nos saludó con cariño desde el primer día y allí nos quedamos para siempre. Si dejábamos de ir unas semanas, nos preguntaba si estaba todo bien. Cuando nos ponía 6 cañas, nos cobraba 4. Cada vez una tapa distinta: gambas, boquerones, mejillones y anchoas con aceitunas, en ese orden. Es muy fácil querer a una persona así e imposible olvidarla.

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