Me gusta mucho Portugal y tengo suerte. Tengo lazos que me unen a este país por partida doble. Mi padre y mi padrastro son del mismo pueblo de Oporto: Espinho. De dos comunidades vecinas del mismo pueblo: Anta y Silvalde.
He venido desde la infancia a este lugar y todo me parece conocido. La playa, el malecón, la rua 19, el olor del peixe fresco y del frango de la churrasquería, el hotel Praia Golf, la barra del Esquimó, las viejas vestidas de negro que están por todas las esquinas vendiendo sardinhas de noso mar, la piscina Atlántica, los gitanos de la Feira, los acuarios de los restaurantes llenos de langostas y cangrejos, el pan de ló, las antiguas casonas forradas de azulejos y ventanales de madera con palmeras en la entrada, los pasteles de nata, el prego no pão, el recorrido que hace el tren a Oporto y que pasa por Miramar...
De hecho, cuando estoy en Espinho e incluso cuando vengo de camino, estoy segura de que tengo una doble identidad. Lejos de aquí, sólo tengo dos pasaportes.
Sin embargo, por simples circunstancias, no estoy segura de estar unida a mis figuras paternas por medio de un lazo tan fuerte como el que me une a todas estas maravillas que descubrí en la infancia y que sigo reviviendo con cada viaje.
Lo bueno de los amigos es que siempre están ahí, aunque estén en otra parte, y te entusiasman. Gracias a mi amigo Marcelo Simonetti, que ahora mismo está justo en las coordenadas contrarias, en el Pacífico sur, en invierno, he caído en la tentación de ver los anuncios inmobilarios de Espinho. Nunca se sabe.
3.8.07
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4 comentarios:
Suena muy pintoresco ese lugra...muero por ir a Portugal..he visto documentales y uero por ver y fotografiar esos azulejos...me fascinan los azulejos...
No olvides de apuntarme la dirección, Emilú. Mira que el tiempo pasa demasiado a prisa, aunque sea Portugal, aunque sea Espinho.
M.
PD: ¿No te gustaría escribir artículos para revistas chilenas?
Claro que sí me gustaría escribir para revistas chilenas, Marcelo. Imagínate. Cuando quieras, escríbeme a emilusg@hotmail.com. Los últimos mails que te escribí a tu cuenta me los devolvió Mailer Daemon.
Por una de esas razones poderosas, uno de esos tsunamis sentimentales que nos hacen cambiar de vida, yo estuve a punto de irme de Madrid a vivir en Santiago, en el 2004. No tenía por qué tener tantas dudas, en ese momento sólo tenía una diminuta habitación alquilada en Carabanchel y un trabajo como vendedora de discos y faldas de flamenco, pero las tenía y decidí quedarme. Ahora me haría muy feliz escribir desde Madrid, donde sobreviví al tsunami.
La dirección, próximamente. Por lo pronto, muchos besos.
Emi: un super besito...
que buen tiempo debe estar haciendo por alla
otro beso
J
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