Hay problemas que no tienen solución. La ansiedad de Tieta, por ejemplo. Esfuerzo, entusiasmo, rutina, carácter, voluntad, ejercicio, fe, optimismo, espacio, ruegos, veterinarios, medicamentos, juguetes… Nada ha servido para ayudarla a controlar la ansiedad cuando se queda sola en casa. Ella no ha podido dejar de llorar y yo no he podido encontrar una solución para dejar de trabajar y estar en casa.
El lugar donde vivíamos antes era el paraíso de los perros. Había dos y tres en cada piso. Como una gran manada inmobiliaria. Qué pena tener que salir del paraíso sin tener culpa de nada, sólo porque el propietario se le ocurrió hacer un apartamento en una terraza y sin permiso de obras. En el nuevo edificio no hemos pasado la prueba. La vecina ya se quejó tres veces, por escrito y en persona, conmigo, con la portera y con el propietario del edificio. Hice lo que pude y también le pedí disculpas. Al final, cuando no tenía otra alternativa que matar a la vecina, apareció el Chapulín Colorado.
El tren de cercanías de Madrid, para mi sorpresa y la de muchos, permite llevar perros con bozal. Así de fácil. De esa manera Tieta viajará con el superhéroe los lunes por la mañana y los viernes por la noche en tren, para pasar la semana en el taller de un polígono, en las antípodas de un pueblito al suroeste de la comunidad de Madrid. Donde el diablo dejó las cholas.
Durante el día, la niña de los ojos moros estará acompañada y será muy feliz. No me echará de menos en ese universo eminentemente masculino. Yo sí, y para compensar un poco su ausencia todavía no he decidido qué hacer. Supongo que lo mismo le pasa a las madres cuando dejan a sus cachorros en la guardería por primera vez. Una mezcla de culpa con intranquilidad, dolor y otros tormentos.
El lugar donde vivíamos antes era el paraíso de los perros. Había dos y tres en cada piso. Como una gran manada inmobiliaria. Qué pena tener que salir del paraíso sin tener culpa de nada, sólo porque el propietario se le ocurrió hacer un apartamento en una terraza y sin permiso de obras. En el nuevo edificio no hemos pasado la prueba. La vecina ya se quejó tres veces, por escrito y en persona, conmigo, con la portera y con el propietario del edificio. Hice lo que pude y también le pedí disculpas. Al final, cuando no tenía otra alternativa que matar a la vecina, apareció el Chapulín Colorado.
El tren de cercanías de Madrid, para mi sorpresa y la de muchos, permite llevar perros con bozal. Así de fácil. De esa manera Tieta viajará con el superhéroe los lunes por la mañana y los viernes por la noche en tren, para pasar la semana en el taller de un polígono, en las antípodas de un pueblito al suroeste de la comunidad de Madrid. Donde el diablo dejó las cholas.
Durante el día, la niña de los ojos moros estará acompañada y será muy feliz. No me echará de menos en ese universo eminentemente masculino. Yo sí, y para compensar un poco su ausencia todavía no he decidido qué hacer. Supongo que lo mismo le pasa a las madres cuando dejan a sus cachorros en la guardería por primera vez. Una mezcla de culpa con intranquilidad, dolor y otros tormentos.
Por las noches, cuando termine la actividad en el taller, Tieta se quedará sola. Sus aullidos irrumpirán con más fuerza que nunca, nadarán en un silencio desconocido para ella. Probablemente nadie la escuchará, pero yo sabré que hay un lobo en el polígono industrial.
1 comentario:
Ahhh pobre Tieta...y pobre tu...que complicado... mucha suerte para ambas
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