14.2.09

Happy ending




I'd like to buy one ticket for Breakfast at Tiffany's, please

El Chapulín Colorado está lejos resolviendo un asunto importate y yo quería celebrar por todo lo alto. En una medida inversamente opuesta a lo poco convencional que ha resultado mi vida, cada vez me gusta más celebrar formalmente los días especiales. El año nuevo, el día de mi cumpleaños... Por suerte, encontré en la cartelera del BFI exactamente la película apropiada y cerré un plan perfecto.

No llego a ser fan de Audrey Hepburn pero soy fan número uno del personaje que ella encarna, Holly Golightly. El paradigma de chica que empieza de cero y se inventa una vida completamente diferente. Deja atrás su pasado, encarnando el total desarraigo y enfrentándose a la soledad de los que viven en una gran ciudad. Su sentido del humor le ayuda a mitigar las penas. Frívola e interesada pero absolutamente leal y auténtica. Amante sobre todas las cosas de NY, los cócteles y las joyas.

Breakfast at Tiffany's se estrenó en 1961 con la clásica polémica incluida. La productora suavizó el tono original de la novela corta de Truman Capote. Aun así, pienso que la película no ha desvituado la verdadera naturaleza de uno de los personajes más interesantes del autor.

Ahora, para finalizar esta celebración con un happy ending, voy a escuchar Moon River.

13.2.09

Holly light

Blade Runner representaba, desde mi punto de vista, una idea del futuro inquietante y oscura pero con un poderoso atractivo. En los 80 ya nadie era tan ingenuo como para esperar maravillas del progreso pero habíamos dejado una pequeña luz encendida. Era esa pequeña luz, rodeada de oscuridad, lo que hacía tan interesante ver y volver a ver esa película. En la actualidad el panorama es completamente diferente. Tras hechos como el 11-S o la intervención de EEUU en Irak, hemos cruzado una frontera sin retorno y aquella luz que había quedado encendida se ha apagado por completo.


Hoy fui a visitar una exposición de artistas jóvenes de oriente medio y me llevé una gran sorpresa. Naturalmente, la mayoría de los trabajos son un inventario del horror: violencia, muerte, censura. Cuerpos mutilados, humillados, prostituidos. Ruinas, tumbas, edificios abandonados, calles solitarias entre muros de concreto. Almas en pena, fantasmas, espíritus. Sin embargo, a diferencia de las imágenes que vemos en la televisión, estos trabajos no nos dejan en silencio. Una pequeña luz se enciende detrás del dolor y el duelo de sus creadores, para dejar salir la memoria y la belleza, para reinventar la realidad y reinventarse.

Después de haber tocado fondo es posible que estemos en un buen momento para el arte, como ha pasado otras veces.

En la foto, una instalación de Kader Atia. Ghost, 2007. Uno de los 23 artistas que forman parte de la colectiva Unveiled: New Art From The Middle East. Más información: http://www.saatchi-gallery.co.uk/

12.2.09

Incertidumbre


Déjame que te cuente limeño
Déjame que te diga la gloria
Del ensueño que evoca la memoria
Del viejo puente, del río y la alameda
Déjame que te cuente limeño
Ahora que aun perfuma el recuerdo
Ahora que aun se mece el ensueño
Del viejo puente, del río y la alameda


Casi cuatro semanas después. La mudanza llega. Las cajas se conservan para la próxima mudanza. Las cosas se organizan. El nuevo tendedero no es tan difícil de abrir y cerrar como parece. La encargada del banco se apiada y abre una cuenta a mi nombre. El aparato de la calefacción se deja someter. El camino al parque es más corto cada día. Es verdad que el sol sale de vez en cuando. Te acostumbras a ver a la izquierda antes de cruzar. El panorama empieza a tener una cara común. Como una web cam o un escaner o un mp3. Todo funciona. Nos desconectamos y nos volvemos a conectar, de una computadora a otra, y siempre somos reconocidos, porque en realidad, en este caso, el sistema es el mismo.

La otra realidad es que hay un dispositivo que funciona de manera independiente, debido a la presencia de un microsistema interno. Necesita reconocer por sí mismo al sistema antes de integrarse en él. Su velocidad es un factor variable, que depende de las circunstancias. Es inteligente, pero no está diseñado para actuar por defecto de una manera racional ni tiene todas las respuestas.

En mi caso, por ejemplo, la situación actual es la siguiente. Recibo del sistema un mensaje relevante: Ha llegado la hora de empezar de cero. Al que me enfrento con esta respuesta: Empezar de cero es un concepto complejo. Ciertamente, a veces estoy a punto de ver la luz pero todavía no sé por dónde empezar.

8.2.09

El Alarcia. Missing Madrid II


Mientras mis amigos tomaban Polar en Caracas, yo tomaba cocacola o cuba libre, de acuerdo con la disposición anímica y presupuestaria. No me gustaba la cerveza para nada. Sin embargo, en Madrid las cosas cambiaron y descubrí el encanto que tiene tomarse una caña. Una cerveza muy fria en un vaso pequeñito. Ideal, no se calienta y la terminas rápido. Después de dar ese paso me di cuenta de que el tema del bar es fundamental. Para tomarse una cañita en condiciones hay que ir a un bar en condiciones.
Dicen que Madrid es una de las ciudades con más bares en el mundo, pero no todos los bares son iguales. Hay unos bares donde te sientes más cómodo que en otros, donde te tratan bien, donde las tapas son mejores, donde son majos los camareros. Vamos, que encontrar tu bar preferido es dar un paso adelante en el camino de encontrarse a uno mismo.
Además, el bar juega un papel muy importante en la vida cotidiana. Al menos así es en Madrid. Aunque no vayas todos los días y no te tomes más de un par de cañas cada vez, el bar tiene que estar situado en una posición estratégica. Mucho mejor si está entre el trabajo y la casa.
En mi paso largo por Lavapiés descubrí el Revuelta, del que tengo muy buenos recuerdos. En Goya, el Alarcia. Eusebio Alarcia es un "maestro tirador". Eso dicen los diplomas colgados de la pared y los clientes fieles que se reunen cada tarde en el bar. A nosotros nos saludó con cariño desde el primer día y allí nos quedamos para siempre. Si dejábamos de ir unas semanas, nos preguntaba si estaba todo bien. Cuando nos ponía 6 cañas, nos cobraba 4. Cada vez una tapa distinta: gambas, boquerones, mejillones y anchoas con aceitunas, en ese orden. Es muy fácil querer a una persona así e imposible olvidarla.

La ropa al sol. Missing Madrid I

No descubrí que me gustaba tender la ropa hasta que llegué a España. En Caracas, como la mayoría de la gente, tenía una secadora.
En Tenerife y luego en Madrid viví en casas con un patio como el de la foto y tender la ropa se convirtió en un placer insuperable, con respecto a otras tareas domésticas: el olor de la ropa recién lavada, el tacto de la ropa mojada, los ganchitos de madera, las banderas de colores que vas formando en la cuerda, el cuidado que pones para que la ropa no quede marcada en los lugares más visibles, la atención con que miras la ropa de tus vecinos completamente desconocidos y, por supuesto, la idea de que la ropa se seca al sol.
Debido a las circunstancias metereológicas y a las condiciones arquitectónicas, ahora tengo en casa un artilugio, más o menos práctico, llamado tendedero. Hay que hacer verdaderos milagros para distrubuir la ropa de una sola colada y tener fe para que se seque. Eso sí, tiene un poco de gracia porque es vertical, ya que uno horizontal, como los tendederos comúnes, ocuparía mucho más espacio y el espacio es un lujo.