18.10.11

La mano de Ernestina


Esta mano de la que estoy agarrada en 1975 es la mano de Ernestina. Una mano diferente: Cálida, suave, amorosa, generosa, segura, incondicional y presente. Una mano que todavía hoy agarro en busca de fuerza, de apoyo y de guía. Que nunca se despide de mi. Que nunca me deja caer. Que nunca se va.

2.10.11

Celebrating

Celebrando con Tieta su 11 cumpleaños y que, como de costumbre, la tierra es redonda.

Sin embargo, el martes de esta semana todo era muy diferente. La tierra era plana. La dejamos en el veterinario temprano y salimos obligados por orden del mismo veterinario. Brockwell Park está justo enfrente. Entonces pensamos ir caminando por el parque para regresar a Brixton. Las 50 hectáreas de Brockwell Park, que hemos andado tantas veces ya los tres, se convirtieron en un precipicio. Fue salir de la clínica y caer inmediatamente por ahí. Eso es lo que tiene el vacío, es rápido.

No pudimos evitar la anestesia general para quitarle un bulto abierto de unos cuatro centímetros en un costado de su pata trasera izquierda, que nunca cicatrizó ni se curó con antibióticos ni con brebajes que vinieron de España, México y Venezuela. Al contrario, fue creciendo gracias a la compulsiva pasión con que ella se lamió cuando no tenía esa pantalla que rodea el cuello del perro para evitar que se haga daño a sí mismo. Por recomendación del veterninario, había que hacerle una esterilización.

Un día después, confirmando que la tierra no era plana sino redonda, regresé por ese parque para traerla a casa. Feliz de esa redondez que nos permite acercarnos, reunirnos, reencontrarnos, rehacernos y recuperarnos. Confirmando que el asunto del otro día fue una relativización propia de la debilidad de carácter.

Y hoy, sin invitados, aunque nos hubiese gustado, estamos celebrando esas energías de la Tieta para recuperarse,  mientras escuchamos Celebration de Kool & The Gang.

Esta es la foto primera foto que tengo de Tieta, de la navidad del 2000.

29.9.11

Reinvention

En Madrid 2006 conocí al Chapulín Colorado carpintero. Un oficio que a ratos le daba de comer muy bien, pero que permanentemente le llenaba de satisfacción. Después pasó lo que pasó en España y llegó el momento de  llegar a Londres. La respuesta inmediata era la cocina y para eso había que hacerse con un  curriculum vitae ad hoc. Y, por supuesto, había que recorrer muchas calles. Al final del cuatro o el quinto día, sin otra copia del curriculum y perdido en una zona desconocida, aterrizó frente al manager de un pequeño y super ventas restaurante mexicano del centro. Así empezó la historia del super héroe cocinero.

Dos años y medio de grandes sacrificios al frente de esa cocina le alimentaron todas las ganas del mundo de dar un paso adelante en su nuevo oficio y comenzó a buscar trabajo en una cocina más grande y profesional.

En temas de entrevistas y pruebas, de aquí para allá, estaba todavía la semana pasada, cuando tuvimos esta conversación:
Cómo fue la cosa 
Bueno. Creo que bien
Cuéntame
Tuve que abrir unas ostras, llegando
Y qué tal
Nunca había abierto ostras
...
La primera fue difícil pero después de la primera puedes abrir 500

Y después de todo, de arreglárselas con el inglés, las ostras y todo lo demás, logró encontrar lo que estaba buscando.

Y yo aquí, celebrando la capacidad para reinventarse de mi super héroe favorito y esta nueva etapa en su vida como chef, todavía enamorado de la carpintería.

16.9.11

La Real. Missing Madrid V



En 2004, cuando comencé en Madrid, para llegar a mi trabajo en la tienda El Flamenco Vive, subía por La Independencia, una callecita estrecha y corta como muchas del centro, desde la estación de Ópera. A esa hora de la mañana en la que todo está renovado y huele a limpio, en la que todo es perfecto con sus imperfecciones, estaban la chica y el labrador, en la puerta de la floristería. Y durante unos segundos, que yo dilataba en lo posible, una parte de mi alma se fijaba a esa imagen. Una imagen lo suficientemente poderosa para quedarse conmigo hasta entonces, parte como un recuerdo, parte como una fantasía.

Han pasado muchas cosas desde aquellas mañanas pero esa imagen vuelve de vez en cuando. Sobre todo últimamente, ahora que cada semana compro con mis compañeros de la tienda en Londres un billete de lotería.

Cuando me preguntan que qué haría con mi parte del dinero si ganamos, nunca sé qué decirles. Pienso que, millonaria o no, me gustaría ser yo la chica que abra la floristería La Real, en el número 1 de la Calle Independencia de Madrid y que Tieta fuera el labrador que estaba con ella, entre las flores.

Returning home


Tratando de explicar lo que significa regresar a casa todos los días, tengo que partir la historia en dos: antes de Tieta y con Tieta. Una vez marcada esa brecha, está más claro que sólo después de T. el asunto ha tenido un significado.

Me ha pasado que lejos de casa, empiezo a pensar: ¿Qué tengo yo que seguir haciendo aquí en esta fiesta, o en esta oficina? Y entonces salgo disparada. Mientras me voy acercando, acelero el paso. Y se acelera el corazón. Y la respiración. T. está del otro lado de la puerta, la he sentido venir como un relámpago. También ella está acelerada. Abro sin mover una pestaña. ¿Me habrá sentido venir, verdad?  Y paro de pensar en ese momento. Ella ya está saltando alrededor mio, encima mio, dando vueltas sobre sí misma. Diez minutos, más, menos, nadie los cuenta. ¿Te acuerdas de Dino y Pedro Picapiedra?  Terribles consecuencias en verano, con minifalda y sandalias. Y como pasa con la pasión: fuera, nada existe. Ni el día fue triste, ni estresante. Ni nada fue mejor, ni más importante.

Por supuesto que es normal sospechar que otros factores, menos benevolentes que esta pasión, han estado presente en la historia de mi regreso a casa. Pues, sí. De todo un poco. Suspense, tragedia, thriller, acción, drama. Diferentes dosis. Sin embargo,  ¿a quién le importa ya el ultimatum de la presidenta de la junta de condominio, y los 50 exámenes pulverizados de mis alumnos, y la muerte general del coffee table book, y la destrucción del sofá de diseño, y la caca justo detrás de la puerta, entre otras anécdotas, si lo verdaderamente importante, que es la pasión, siempre, siempre ha estado ahí? Pasión en su más pura expresión. Incondicional. Compartida en exclusiva con nuestro superhéroe favorito, el CH.

11.9.11

Our Own Harvest

Mi conocimiento sobre agricultura se había quedado estancado muy atrás, en Caracas, en la época de los proyectos escolares de primaria, en los que nosotros, los alumnos, teníamos que crear unos germinadores, con frascos de vidrio, papel periódico y caraotas o judías negras.

Los pocos alumnos muy aplicados llevaban a clase un germinador nuevo y etiquetado cada semana, para que todos los demás tuviéramos la visión del "proceso" a la vez. En mi memoria ese proceso estaba congelado en el nacimiento de la planta y no tenía ninguna resolución. Es verdad que ya estaba más interesada en las ciencias sociales que en las naturales, pero nunca supe cómo terminaba esa película. Y si lo pienso mejor me parece que no era mi despiste la causa sino la falta de dirección general. Los germinadores se morían, poco después de nacer las plantas, al empezar a crecer.

Treinta años después, en Londres, una compañera lituana llega una mañana al trabajo con una planta de unos diez centímetros. Dice que es un tomate y, tengo que reconocer, la miro incrédula (¿tomate, eso?) e ingenua a la vez (¡tú sabrás mejor que yo, eso seguro!).

Entonces, en coro, seguimos sus instrucciones un par de meses. Una maceta mayor. Regar todos los días. Pasar a la ventana. Y así fue creció la planta más de un metro, y salieron unos tomates verdes enanos y luego más grandes y cada vez más rojos y después vino la ensalada capressa para compartir, con mozzarella de bufala, que compré en Tesco.

Frutos que había estado esperando.

Nightmare


Estoy viendo a Ismenia desde la ventana de un tercer o cuarto piso. I. me está viendo y tiene a Tieta agarrada por la correa. Hay un parque, entre el edificio donde estoy y ellas. Un parque complicado, un bosque, un laberinto dentro de un laberinto. En las manos tengo un jersey asqueroso y tengo que dárselo a I. Le hago señas para que se acerque, pero ella me hace señas para que lo lance al suelo. Dejo caer el jersey desde la ventana. Ella suelta a Tieta en ese momento. A la carrera, Tieta entra en el parque. Veo a I. caminar lentamente, con dificultad,  y escucho sus gritos: ¡Tieta, busca el jersey! Veo cómo Tieta se va perdiendo, sin escuchar a I. y cada vez es más invisible para mí. Bajo sin aliento las escaleras y sin llegar hasta el final, me despierto. Sin abrir los ojos, sé que la migraña está ahí. Es domingo, son las 7.

31.8.11

El equilibrio estaba en otra parte

Al menos ahora sé dónde buscarlo. Trato de ser un buen trapecista.

Foto: Marion en Wings of Desire, Wim Wenders

22.8.11

A taste of Britain

Dos años después, por fin,  me encuentro más tranquila en Londres y hay, por lo menos, dos situaciones que lo demuestran.

Cuando vienen de visita mis amigos de Madrid, ya no tengo que pelear a muerte contra un deseo incontrolable y ciego de volver. Puedo divertirme y despedirme sin dolor. El deseo permanece pero soy capaz de razonar. Un avance personal, de proporciones trascendentales.

La otra situación tiene que ver con esos objetos que elegimos de manera arbitraria y a los que nos aferramos para sobrevivir, igual que cuando éramos niños. En Londres no se consigue ese té rojo con anís y canela, de Hornimans, que yo tomaba religiosamente por las mañanas en Madrid. Un hábito que me traspasó El Chapulín Colorado. Lo cierto es que ese pequeño detalle me hacía la vida más difícil, en una ciudad donde cualquiera puede tomar el té que quiera, hasta que
la rutina consiguió darme el empujón que yo necesitaba. Una taza de Earl Grey cada mañana en la zapatería, por un año. Incluso, esta mañana me he encontrado unas cuantas bolsitas olvidadas de té rojo de Hornimans, que vinieron conmigo en enero de mi último viaje a Madrid. Digamos que la felicidad algunas veces viene después de la domesticación.


Spanish

De la misma manera que el azar nos hace conocer a personas maravillosas, que parece que habíamos esperado conocer toda la vida,  también nos hace conocer a otro tipo de personas. Ese día estaba conociendo a una chica de Madrid, que estudió publicidad, tiene unos 25 años y, como yo, ahora vive en Londres, cuando un chico inglés nos pregunta: So, you both speak Spanish. don´t you? 
No había otra salida que asentir ante eso y eso fue lo que hice, sonriendo y pensando que ese tipo de preguntas se hacen más por socializar que por otra cosa y demuestran nuestro interes por buscar puntos en común. Mi compañera, por su parte, aprovechó para declarar su postura: Well, I speak Castellano, from Castilla, you know... and she speaks Spanish. There are so many differences but we can understand each other.
Esa noche regresé a casa repitiéndome lo que me hubiese gustado decirle a esa chica en otras circunstancias: We speak exactly the same language but can´t understand each other, darling.
Afortunadamente, el azar fue más que generoso conmigo cuando vivía en Madrid.


9.3.11

Teddy Boys Shoes

King's Road, Chelsea, Londres. La misma zapatería. Seis meses después.

Aunque a veces implore de rodillas al cielo para que mi inglés vaya más rápido, el proceso sigue su camino lentamente pero sigue en pie. Ni más ni menos. Esta es la última anécdota.

Customer: Do you've Teddy Boys shoes?
Me: ... Sorry?

Para este tipo de apuros están los amigos.

Karol, que es irlandesa y diseñadora de moda, llega justo a tiempo. Con una sonrisa discreta, que a la vez es una negativa, se deshace del cliente, que no acepta sucedáneos. Un par de segundos después, me dice: This is a Brit thing, don't worry too much.

Mientras tanto, para mis adentros: Ahora resulta que hay unos "Teddy Boys shoes", por qué no sabré con qué se come eso, por qué me vienen a preguntar a mi esas cosas, qué hice yo para merecer esto, etc.

No es divertido, claro. A quién le puede gustar quedarse sin palabras delante de alguien que está esperando una respuesta, pero a todo se acostumbra uno. El problema con la comunicación es que puede llegar a ser muy compleja. La entonación, el tono, la velocidad, el acento. Una palabra nueva sin contexto. La situación, el momento. O un tópico de la cultura.

La investigación en casa sí es divertida, por lo menos. Inglaterra, años 50, postguerra, subcultura. Los jóvenes cool de la época, fans del rock and roll norteamericano, que visten un estilo inspirado en los dandies de principio de siglo, del período Eduardiano, y se peinan con copetes. Ted es forma corta de Edward y de ahí salió Teddy. Hay muchas referencias en internet sobre las repercusiones del movimiento y aquí  una imagen.

Foto de Covert Candy