16.9.11
Returning home
Tratando de explicar lo que significa regresar a casa todos los días, tengo que partir la historia en dos: antes de Tieta y con Tieta. Una vez marcada esa brecha, está más claro que sólo después de T. el asunto ha tenido un significado.
Me ha pasado que lejos de casa, empiezo a pensar: ¿Qué tengo yo que seguir haciendo aquí en esta fiesta, o en esta oficina? Y entonces salgo disparada. Mientras me voy acercando, acelero el paso. Y se acelera el corazón. Y la respiración. T. está del otro lado de la puerta, la he sentido venir como un relámpago. También ella está acelerada. Abro sin mover una pestaña. ¿Me habrá sentido venir, verdad? Y paro de pensar en ese momento. Ella ya está saltando alrededor mio, encima mio, dando vueltas sobre sí misma. Diez minutos, más, menos, nadie los cuenta. ¿Te acuerdas de Dino y Pedro Picapiedra? Terribles consecuencias en verano, con minifalda y sandalias. Y como pasa con la pasión: fuera, nada existe. Ni el día fue triste, ni estresante. Ni nada fue mejor, ni más importante.
Por supuesto que es normal sospechar que otros factores, menos benevolentes que esta pasión, han estado presente en la historia de mi regreso a casa. Pues, sí. De todo un poco. Suspense, tragedia, thriller, acción, drama. Diferentes dosis. Sin embargo, ¿a quién le importa ya el ultimatum de la presidenta de la junta de condominio, y los 50 exámenes pulverizados de mis alumnos, y la muerte general del coffee table book, y la destrucción del sofá de diseño, y la caca justo detrás de la puerta, entre otras anécdotas, si lo verdaderamente importante, que es la pasión, siempre, siempre ha estado ahí? Pasión en su más pura expresión. Incondicional. Compartida en exclusiva con nuestro superhéroe favorito, el CH.
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