15.4.08

Espera a ciegas


Ayer una mujer y yo esperábamos al autobús en la parada de Francisco Silvela con Diego de León, a plena luz de mediodía. Ella llevaba un moderno abrigo de entretiempo, de cuadros negros y blancos, maquillaje fresco, cabello castaño de peluquería, uñas rojas, pendientes largos y tacones. Después de 15 minutos un autubús se acercaba. Más o menos cuando venía a 50 metros me preguntó si era el Circular, el C2. Hice un esfuerzo pero no le pude contestar, luego me sonreí. Me pasaba igual que a ella. Ni mi compañera, de unos 70 años, ni yo, éramos capaces de ver la nomenclatura sobre la cabecera del autobús. Al final sí que era el autobús que esperábamos las dos.

Mis problemas de la vista son viejos. Desde los los 4 años no veo bien y tengo que llevar mis gafas puestas. Por suerte los autobuses son ese tipo de cosas que si no puedes ver de lejos, no pasa nada. Incluso así, sin ser vistos, llegan en algún momento y siempre son bien recibidos.


Ilustración: Cartel de Snellen para el clásico examen de la vista.

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