1.10.08

Una chica baila en Caracas y aquí tiembla la tierra

El año sabático que decidí tomarme al venir a España se ha ido alargando y ya son más de seis años. Me ha pasado como pasa en Venezuela cuando tenemos un problema y se plantea una solución provisional. Me he acostumbrado a vivir en España.
Antes de venir dejé todas mis cosas amontonadas en un sótano. Un cargamento de casi cien cajas, maletas y bolsas. El scanner, el secador de pelo, mis sandalias favoritas, el diccionario de filosofía de Ferrater Mora y todos mis libros, cuadernos y libretitas, el edredón amarillo de Jaipur, mi almohada, el estuche de llevar la comida al trabajo, la licuadora, mi mesita de noche, la lámpara naranja de los 60, el baúl negro con la cerradura de bronce que trajo mi tía Ernestina cuando regresó de San Francisco a Caracas, el radio antiguo que me regaló Carlos Ortiz en El Silencio y paro de contar.
Como a quien se le pasa la hora de comer y deja de sentir hambre, yo he dejado con el tiempo de echar de menos mis cosas. Sin embargo, después de acostumbrarme a la segunda persona del plural, al horario, al cocido y al invierno, ha surgido algo inesperado.
Ángela, una amiga venezolana de la agencia donde trabajo, me ha pasado el link de un vídeo que ha hecho despertar en un momento toda mi nostalgia. Nostalgia como quien dice morriña o magua o saudade, o, como decimos en mi tierra, guayabo.
En Algo, de Los Paranoias, hay una chica que baila por Caracas. Una chica como fuimos nosotras en una ciudad que nos dio todo. Dos cosas que siempre echaremos de menos.
El vídeo: http://www.vimeo.com/1139006
Así de grande es la nostalgia que ya no veo el momento de ir a Caracas. No digo regresar. De momento sólo quiero ir.

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