Los portavoces de mi educación infantil me confundieron sobre la buena vida y el dinero. Unos me decían que las dos cosas eran inseparables. Otros, que las dos cosas eran distintas. Desde entonces he pensado que todos tenían razón, a su manera, esperando encontrar mi manera.
Durante mi primer verano en Madrid, con las vacas más flacas que nunca, tuve un amigo gitano y flamenco, que ensayaba en Amor de Dios. Una tarde, con más de 40º, me puse a echarle un vistazo a una de esas revistas Lifestyle, que alguien había dejado olvidada en la tienda. Beach wear, top nosh spas, hoteles en el paraíso, el mejor brunch del mediterráneo... Al salir del estudio, viéndome la cara de tristeza, a mi amigo no le faltaron muchas explicaciones para soltarme, formalmente, que para vivir lo único que hacía falta era tener arte.
He intentado darle forma a esa historia durante los siete años que han pasado. Ahora pienso que es posible otro concepto de Lifestyle, menos ortodoxo y más democrático que el de las revistas. Una interpretación personal de charming life. En otras palabras, una manera feliz de vivir en circunstancias adversas y poder decir: yo, con mi arte tengo.
Una de las definiciones de la palabra virtuosismo se refiere a la habilidad o facilidad para superar dificultades y evitar consecuencias negativas. A mi esta definición me hace recordar aquella historia de mi amigo, El Bocadillo, sobre todo cuando preparo el almuerzo para comer en el autobús.
Por cierto, en Londres hay muchos virtuosos porque comer fuera es caro, las distancias son largas, la gente tiene muchas cosas que hacer y el tiempo se va volando. Entonces, para vivir en Londres, sin arruinarse, es imprescindible aprender a comer casi cualquier cosa en cualquier parte y a cualquier hora. La primera fila, en el primer piso de los autobuses, es un lugar privilegiado.
19.12.09
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5 comentarios:
Con este blog me he topado. Y mire que me puesto a leerlo. Es curioso cómo ha cambiado su escritura; parece que usted misma ha cambiado y se toma màs tiempo para su propio mundo de adentro suyo, poblado, segùn parece de gente que usted ya no ve. Me gustan sus palabras.
Buena suerte.
Hace tiempo que no entraba a tu blog, Emilú, y me encanta entrar en él de una manera y salir de otra, con un aire fresco que se me queda dando vuelta cada vez que te leo y te imagino a la distancia. No sé dónde nos volveremos a ver, pero estoy seguro que, en algún momento, más temprano que tarde (como diría un ex presidente chileno),nos volveremos a ver. Por mientras, seguiré leyendo tus digresiones que refrescan el alma.
Abrazos,
M.
¿Augusto?
Eso M., más temprano que tarde, nos volveremos a ver.
Augusto, no, por favor, Salvador Allende. +)
Jajaja...Me enredé con Augusto, la aclaración no viene al caso, abrazos,
M.
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